Alumnos ...difíciles ?
Alumnos... difíciles?
por Luisana Paiva-Briceño
Hasta ahora hemos hablado de cómo empezar a dar clases, de los diferentes métodos para tener un buen año escolar, y un sin fin de otros temas para ayudarnos en el salón de clase.
Sin embargo, a veces sucede, que aún y cuando implementamos estas y otras estratégias, nos encontramos con algún (o algunos) alumnos que nos van a tocar todos los botones, como dirían en inglés, o nos van a “sacar de quicio” como decimos en español, y las clases se nos pueden hacer bien difíciles de manejar.
En algunas ocasiones, puede que la administración te apoye y sea un trabajo en conjunto, como gracias a Dios es mi caso, pero en otras circunstancias, los pobres maestros son dejados solos y a la deriva (como es el caso de muchos colegas lamentablemente), y luego tienen la responsabilidad de lidiar con los muchachos y eventualmente, hasta con los padres.
Esto se vuelve bien complicado, y a mi personalmente me ha pasado, que con todo lo que me gusta mi trabajo, se me ha hecho cuesta arriba dar tal o cual clase. A lo largo de mi carrera me he encontrado con un puñado de alumnos que me han hecho cuestionarme si seguir o no en mi profesión.
Afortunadamente, todo pasa, y las malas situaciones en mi caso, no han sido muy seguidas, pero si que me han dejado un aprendizaje que hoy les quiero compartir.
Antes de empezar, quiero aclarar que me voy a enfocar en estrategias para adolescentes, que es el grupo con el que trabajo actualmente. Si en tu caso particular, tu estudiante es de la escuela primaria, lo primero que yo te aconsejo es que investigues cómo es la vida familiar de tu alumno. Por lo general los niños pequeños no saben cómo manejar sus miedos, frustraciones y/o problemas familiares, y entonces es cuando presentan problemas de conducta en la escuela. Yo sé que es difícil, pero te aconsejo que trates de crear empatía con el niño. Recuerda que, tú eres el adulto, tú eres quien sabe como manejar las situaciones y tu, en último caso, eres quien tiene el control de la situación. Ese alumno está pidiendo a gritos comprensión, cariño y atención.
También, pide ayuda a la administración. Este blog está enfocado para profesores de segundo idioma, entonces por lo general, vemos a estos alumnos en mucha menor medida que los profesores de aula. ¡Habla! Di lo que estás viviendo, y te aseguro que te sorprenderá saber que ese comportamiento se repite con varios maestros (lamentablemente).
Ahora bien, qué pasa cuando son adolescentes, como es el caso que nos compete.
Una de las tácticas que yo aplico es tratar de ponerme en el lugar del alumno. Es un trabajo diario!
Te juro de verdad que cuesta, pero también me repito a mi misma, que el adulto soy yo. Te pongo este ejemplo: Tienes un grupo de veinte alumnos en la clase de español para alumnos del grado 11 ( entre 15-16 años aqui el USA), y en el grupo hay tres muchachos que lo único que hacen es esperar que digas algo, que a ellos les parece mal pronunciado, o algún comentario para que volteen, para comenzar a reírse de ti.
Al principio, intentas ignorarlos, porque restándole importancia quizás dejen el jueguito, pero ha sido todo lo contrario. A medida que han pasado los meses, la actitud se ha vuelto más hostil, al punto que ahora, esos líderes negativos, han permeado a toda la clase, y el resto de los alumnos espera a la reacción de esos tres muchachos a cualquier cosa que tu digas, para seguirles la corriente y reaccionar de la misma manera. La situación es bastante tensa, tu no quieres dar esa clase, es la clase que más te pesa en toda la carga horaria que tienes y la verdad es que hasta una que otra lagrimita te han sacado, si a la verdad nos vamos.
Toda esta situación hipotética, no lo es tanto. A mí me pasó, y si te digo la verdad, no fue nada agradable. ¿Qué hice? Seguí mi propio consejo. Lo primero, hablar con la administración, con mi jefe directo. Al principio, no hubo respuesta, porque estos muchachos siguieron comportándose de la manera que ya les describí. Pero, cuando ya este comportamiento me colmó el gorro, le escribí un email describiendo la situación otra vez, haciendo referencia a la vez anterior, en donde no se resolvió nada, pero en esta oportunidad, le hice copia a todos los de la administración (director, decano de estudiantes, y decano de profesores), de esta manera era mucho más difícil que mi petición pasase por alto. Eso como punto de partida.
Luego, el mal comportamiento lo tenía que batallar yo en clase. Hay un dicho que dice, divide y vencerás, y eso fue exactamente lo que hice. Les asigné literalmente, asientos en las cuatro esquinas del salón, de esa manera cada vez que se volteaban para intentar sabotear la clase, yo podía intervenir y recalcar que no había necesidad de voltearse en el asiento.
También, me volví especialmente estricta a la hora de corregirles cualquier actividad, no por ser injusta, sino por crearles un reto. Ellos pensaban que español era una materia fácil a donde se viene a jugar, y se encontraron con una profesora que le pone pasión y corazón a lo que enseña, con lo cual, no iba a aceptar que hubiera flojeras en mi salón. Volverme un reto para ellos, fue beneficioso para todos, porque no tuvieron más opción que prestar atención en clase, tomar apuntes y ultimadamente, estudiar. Ellos subieron sus notas, y yo pude tener más control sobre el grupo en general.
Como tercer punto, use esa frase que dice: fake it until you make it, fingelo hasta que lo consigas, y aquí me refiero un poco al hecho de que el adulto soy yo. No es hipocresía ni pretender ser algo que no soy, sino tratarlos con respeto (el respeto que ellos no me tenían), cariño y dignidad, cariño como niños que son al fin y al cabo, y la dignidad humana que se merecen. Dejame aclarar que yo siempre trato con dignidad y cariño a todos mis alumnos, pero en este punto lo que quiero recalcar, es que en ocasiones, por la misma naturaleza humana del hombre, uno tiende a tratar de la misma manera a como es tratado. Si ellos son groseros conmigo, yo les respondo de la misma manera. Y ahí es donde está el error. Nadie nunca se ha resistido a la amabilidad, y aunque nos cueste, intentemos ser amables con quienes no lo son tanto con nosotros. Particularmente, si son nuestros alumnos. A esto me refiero cuando te digo, fingelo hasta que los consigas, finge amabilidad, hasta que esta te salga naturalmente.
En algunas ocasiones les he hablado de que intentes ser el maestro/a que siempre quisiste tener. Pues aquí yo siempre me repito, quiero ser el maestro que trate con cariño y paciencia a mis hijos cuando esté con ellos. La adolescencia es una época difícil, para padres, muchachos y también para los docentes. Tantas horas que pasamos interactuando con ellos; muchas veces pasan más horas con nosotros los maestros que con sus propios padres! ¡Cuánta responsabilidad tenemos!
Es por eso que debemos intentar tener la mejor y más cordial relación posible. Aquí voy a decir una frase que es poco popular hoy día, pero con la cual estoy 100% de acuerdo, y es que nos debemos llevar bien con los adolescentes, pero no tratar de ser sus amigos. Porque nosotros somos los adultos, ellos los niños, cada quien con sus amigos de acuerdo a su edad. Con intereses en común, y porque últimamente, debemos ser una guía para ellos, un punto de referencia, y no un amigo que les alcahuete todas sus acciones.
Si nos convertimos en sus amigos, corremos el riesgo de omitir un buen consejo por temor a perder el ser el maestro ‘chevere' que es amigo nuestro, o peor aún, perder el respeto que debe existir entre docentes y alumnos (de ambas partes).
Estas son algunas estrategias, que me han funcionado a mi en mi práctica docente; si luego de intentarlas, tu situación no cambia o mejora, te aconsejo que busques apoyo con otros docentes que estén pasando por algo similar dentro de tu misma escuela y hagan una lluvia de ideas para tratar de solventar la situación. No desistas, siempre, siempre, hay solución para situaciones incómodas, y alumnos difíciles. Una vez que logres superar este reto, los venideros te serán mucho más fáciles de afrontar.
Espero que el tema de hoy nos sirva a todos para mejorar cada día y que nos motive a dejar huella dentro y fuera del salón de clase. No olviden seguirme por Instagram, me encuentran como @laprofedespanol, déjenme sus comentarios y compartan este blog para que crezcamos mucho y nos ayudemos unos a otros.
Soy laprofedespanol.
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